Escribir es desnudar la conciencia lo que nos hace vulnerables ante los demás, pero a tenor de parecer vulnerable desnudo también mi alma con pudor reverente por la verdad.
Que la verdad nos hace libres es indudable, aunque también nos hace responsables de continuar por el camino que transitamos bajo la mirada vigilante de cuantos esperan vernos desfallecer. Los resultados que esperamos cosechar en la vida dependen de la perseverancia, la dedicación y del entusiasmo que pongamos en cuanto emprendemos. Muchos definen esto como fe.

Hoy, aquí ya ahora, preciso dar voz a mis sentimientos en primer lugar. No se puede pretender poner voz a otros cuando no estamos dispuestos a liberar nuestra voz interior. Una voz de la conciencia que clama en ese desierto interior y que dejamos morir de sed por temor a lo que otros piensen. El riesgo de ser nosotros mismos es una oportunidad de mejorar, avanzar y ser un referente ante los que solo saben criticar escondiendo lo que no son capaces de liberar de su interior. El miedo a pensar diferente deja a muchos encerrados, de por vida, en sus propias contradicciones.
La cárcel más dura está sellada con barrotes de miedos al que dirán, o al que no dirán, de nosotros. La ley del sí, o del no, debería ser la única llave que abra la puerta del cubículo en el cual nos hemos encerrado nosotros mismos. Los cambios son lentos, pero se hacen eternos cuando dejamos de expresar lo que creemos. Toda creencia es un cambio continuo sin el cual nos anquilosamos en una falsa comodidad que nos hace mirar con indiferencia lo que pasa a nuestro alrededor.
Los acontecimientos que se suceden en un Israel asediado, pero no vencido ni derrotado, tendrían que poner a más de uno en una posición mediática más trasparente sin temor alguno a los enemigos de la verdad. El acoso continuo contra Israel es fruto de muchos diciendo siempre lo mismo, y a los mismos. Las mismas palabras hirientes contra Israel son vomitadas sin rubor por aquellos que dicen ser periodistas, locutores o presentadores con apellidos, no públicamente pronunciados, de impresentables.

Si, estimados compañeros, estamos hastiados de tanto representante del Maligno en los medios de comunicación, tal cual como lo expresaría Milei. La insufrible, constante y perversa forma de hablar de Israel en los auto maldecidos medios de comunicación nos impele a cambiar de emisora de radio, de televisión o de medio impreso cuyas palabras parecieran impregnadas de sangriento rojo carmesí antisemita. No, no son medios de comunicación son libelos de sangre y fuego que arrasan conciencias ya cauterizadas que no sienten el menor respeto o aprecio a Israel. Unas conciencias que han perdido toda sensibilidad a la desnuda verdad vistiéndola de sucios harapos que algunos los definen como línea editorial.

Europa en su conjunto ha perdido el norte de la verdad usando una brújula imantada con veneno antisemita. Un veneno con apariencia de perfume en frasco pequeño que hace girar la aguja de la decisión personal hacia las directrices colectivas de cuantos odian a todo lo que es judío o parece judío. Los medios de comunicación son los mayores responsables, con alguna honrosa excepción, del irrespirable aire antijudío y anticristiano que se respira en esta España que ciertamente nos ha helado el corazón. Si, las dos Españas nos han helado el corazón.

En realidad más de uno nos hiela el corazón cada vez que desde la indiferencia por la verdad y usando los micrófonos como armas acusan a Israel sin rubor, vergüenza o sin la ya nombrada sensibilidad. Los hoteles tienen estrellas que definen su categoría y los medios de comunicación radiofónicos, en este caso, tienen un cero. A más de uno solo le podemos reconocer un cero en credibilidad, pero un cinco en incitación cotidiana al odio contra Israel. Luego no digan que no lo sabían. Hazlo saber a más de uno.

About The Author